Wednesday, April 30, 2008

Mis crampones sueñan con hielo espeso y dulce

En Nepal, en el santuario del Annapurna, nosotros llegamos hasta el principio sur de la pared vertical que sube cuatro kilómetros hasta la máxima altura del Annapurna. Hoy Inaki Ochoa, Horia y Don Bowie salen de ese punto para escalar la pared por una vía nueva. Habiéndolo visto, no parece que pueda ser posible.

En la montana el cerebro funciona de manera diferente, claro, lucido y sensible a los mínimos detalles. Aparecen sensaciones y pensamientos propios, no habituales en la ciudad. Como ejemplo, copiamos el mensaje que envía hoy Inaki desde la pared y que puede encontrarse en su bloc.
La hoja de mi piolet araña la roca produciendo un chasquido que no me gusta en absoluto. Busco con ahínco una pequeña fisura oculta, algo que me permita empotrar el filo metálico y superarme sólo un metro, justo aquí arriba donde la nieve parece algo más compacta y profunda. A mis crampones tampoco les gusta morder en la roca, ellos son como yo y sueñan con hielo espeso y dulce… Tengo que mantener la calma, ya que aquí arriba la caída no está permitida. Don Bowie me mira desde 20 metros más abajo, colgado de un clavo en la repisa desde donde me va soltando cuerda, y en su expresión se observa el tono grave de quién sabe lo que está en juego. La nieve apenas cubre la roca sobre la que me hallo encaramado y de nada me serviría golpearla con más fuerza; ahora la escalada se transforma en una especie de ballet sutil y delicado. Al final, resuelvo el paso con relativa elegancia, si se me permite ponerme arrogante.
La
foto la hicimos con los primeros rayos del sol y ese cielo todavía de color casi morado y olor a frio seco. Es la famosa pared sur del Annapurna donde está ahora Inaki.

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