Tuesday, April 22, 2008

Catedrales para practicar nuestra religión

Nada más irnos con toda la pena, escuchamos que una expedición española estaba subiendo al Annapurna, el Dios de la Abundancia, el Buda de la Abundancia. Los franceses Maurice Herzog y Louis Lachanal lo habían subido por primera vez en 1950 desde la cara norte. Hoy Inaki Ochoa de Olza vuelve a decir que la diosa les llama con sus cantos de sirena, y como son hombres muy débiles, no han hecho otra cosa que sucumbir a sus encantos. Dice:
Ayer por la mañana, mi compañero Horia Colibasanu y yo escalamos durante un montón de horas antes de tocar por fin la inmensa pared sur del Annapurna. Fue uno de los días más duros y tensos que puedo recordar, subiendo sin parar durante casi once horas, rodeados en todo momento por paredes difíciles de medir a simple vista y sabiendo que de nuestras decisiones hoy dependerán muchas cosas en un futuro cercano. Las dimensiones nos engañan sin parar. Diez días de nevadas constantes y una mala gripe, en mi caso, nos habían dejado atrapados sin mucha salida en nuestro campo base. El catarro no ha supuesto mayor problema y lo he curado como buenamente he podido, pero las nevadas han dejado el glaciar repleto, y el trabajo es agotador. Nos hemos sentido pioneros, decidiendo cómo y por donde pasar. Por la mañana el frío te paraliza y, sólo unas horas después, apenas podemos soportar los 50 grados de temperatura de este horno. Nos cocemos vivos, nosotros y nuestros sueños.
En el campo base hay un memorial budista que honra la memoria de un alpinista ruso, y en una placa en la piedra pueden leerse algunos datos biográficos y la siguiente frase:
Las montañas no son estadios donde satisfacer nuestra ambición deportiva, sino catedrales donde practicar nuestra religión
Intentar abrazar algo que ni siquiera existe, en el cielo.¿Por qué? Hay demasiada gente de puntillas. Y más aún de rodillas.

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