Wednesday, April 16, 2008

Lluvia en la montaña

No somos nadie. Esto fue escrito el miércoles por la tarde a las cuatro, 24 horas después de haber empezado a andar. Habíamos caminado hasta los 2300m y ahí las cosas se empezaban a poner difíciles; empezaba el frío, la lluvia, los truenos y los relámpagos, llovía a mares y la tormenta eléctrica no cesaba. El rayo que no cesa.

Estábamos en un refugio colgado de una arista con unas vistas espectaculares. Había un australiano carpintero, dos chavales escoceses que han quemado la tienda que pretendían secar y que habían alquilado en Pokhara. También había una chica que escribía compulsivamente en su rincón y dos guías que esperaban pacientemente. Ramesh decía que tendríamos que dormir ahí y al día siguiente salir a las cuatro de la mañana.

Nos acordamos de un día similar en los Galayos. Llovía a bocajarro, estábamos calados hasta las orejas y entramos en el refugio con vaho en la boca y olor a húmedo y a fuego. Cada uno contaba su historia de subir por una vía, vivac en una torre o problemas en una chimenea. Probablemente íbamos con los camarrupas, la mayoría se había vuelto y solo algunos habíamos llegado al refugio. No recordamos quiénes.

Otro día parecido fue en la Pedriza, también llovía y el refugio estaba lleno de personas y de hormonas. Había muchas revistas de Peñalara y estuvimos leyendo mientras esperábamos que escampara. Tampoco recordamos quién iba, acaso José Antonio, que se casó con Susana y no hemos sabido más de él.

Antes de todo eso fue Picos de Europa bajo la lluvia de septiembre de 1985. El refugio de Cabaña Verónica fue construido utilizando la cúpula metálica procedente de la batería antiaérea de un portaaviones en desguace. Mariano lleva ya guardándolo 26 años, además de informar sobre rutas, la meteorología y estado de los picos. Portea todo aquello que hace falta en un refugio: comida, bebida, mantas y repuestos para la emisora, incluida agua, pues en la cabaña no hay agua y la fuente más cercana se encuentra a unos cuantos kilómetros de distancia. Íbamos con Joaquín caminando hacia arriba cuando nos adelantó Mariano con un armario (es una metáfora) colocado en la espalda.

A Peter le conocimos en el refugio del Zugspitze a 3000m con Joaquín. Aquel día salimos a las cuatro de la mañana e hicimos la Jubiläumsgrat hasta el Alpspitze y después sin parar hasta su casa donde cenamos spaghetti para reponer las 14 horas de calorías. Con el abuelo también dormimos creo que dos noches en refugios en el valle al sur del Zugspitze.

Diferente fue el Ecoclub en Líb. Varias noches de nieve estuvimos allí viendo como se consumía un tronco en la chimenea. Una noche con Mateo fue preciosa cuando se quedó dormido en los brazos de papá. Por supuesto fue bonito conocer a John y a Antoine allí y salir tres días caminando hasta Akkar. Hicimos tres noches, una en el Qornet es-Sawda a 3088 metros con un buen frío. Como refugio, también era interesante el de parapente donde desayunábamos después del vivac en los cedros. Con frío frío los viernes por la noche tomábamos la sopa de leche de cabra que nos obligaba a hacer pis sin parar.

Entre recuerdos, se iba a hacer de noche y todavía estaba lloviendo. Dice el refrán: Déjalo llorar; mientras más llore, menos meará. Podríamos haber pasado la noche allí, pero escampó y nos fuimos.

Anduvimos dos horas por un bosque. En el camino había miles de rododendros y algunos faisanes. Encontramos bastantes paisanos recogiendo cosas del bosque. Aparentemente a los pájaros cuando llueve, hace frío y escampa, les entran ganas de reproducirse, hacen agujeros en la maleza, se guarecen y allí hacen sus cositas. Los paisanos encuentran muy fácil cazarlos en ese momento aunque se ríen cuando piensan en la situación. Esa noche cenaríamos pollo, claro!

A las siete de la tarde estábamos sentados en el refugio "Bamboo", en una habitación con un brasero gigante, con la nariz y los ojos impresos de la sensación y del olor del bosque. Eran 2400m y hacía frío fuera. Cada vez más el brasero gigante olía a escorial con keroseno. En frente, había un grupo de puede que rusos jugando a las cartas. Las conversaciones con los que caminaban ya hacia abajo de vuelta decían que al día siguiente subiríamos hasta los 4000m cruzando un bosque con monos.

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