Tuesday, April 01, 2008

Me he ido


Me he ido a Espana y he dejado a papá solito. El brother en el aeropuerto decía "Todos hablan español aquí". Claro, era el vuelo a Madrid. Para él, un ser humano hispanoparlante es una rara avis digna de ser encontrada. Ahora está rodeado de ellos.

Pero mi espíritu se ha quedado en Mom Paew, en la casita de espíritus que tenemos en el jardín de Bangkok. Según la tradición tailandesa, las almas de los que viven en un terreno se quedan allí después de la desaparición del cuerpo. Por eso, construyen casas en miniatura, para que residan allí y no generen conflicto con los nuevos moradores.

La Tailandia de hoy es sumamente supersticiosa y continúa la práctica de ritos animistas de milenios atrás. Construyen esas pequeñas moradas en los rincones de jardines o patios de edificios comerciales y residenciales, en el fondo de casas privadas, delante de tiendas y negocios, y en automóviles privados, taxis, trenes y lanchas para ofrecer su protección perpetua a conductores y pasajeros que emplean esas vías de transporte. Las pequeñas casas tailandesas (muy similares a las ermitas ortodoxas en honor de santos en toda Grecia) se apoyan sobre pedestales.

Están convencidos de que los espíritus están presentes en todo lo cotidiano, ya sean árboles, rocas, cielo u océanos, al igual que en todo lo efímero e impalpable, o sea que residen en la totalidad, ya sean los objetos animados o inertes. La superstición general es que los espíritus o ánimas deambulan por el universo desplazándose y habitando ámbitos y espacios idénticos a los nuestros.

Por la noche, papá nos enciende las luces de la casita y nos dice buenas noches.

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