Wednesday, August 06, 2008

Cuarta version de los inicios

A las cuatro semana de haber llegado, escribimos:

El fin de semana he estado en el sur, a conocer gente y a sacar algunas fotografías. Es una zona muy interesante. El sábado fui a Tyro (o Sour en ára-be) a desayunar. Es un ciudad alrededor de un puerto de mar que no ha debido cambiar en los últimos 30 siglos, y esto sin exagerar. Estuve un rato con unos pescadores que estaban construyendo un barco de madera, una autentica reliquia hoy en día. Tablita a tablita.

Viajar por el sur es bastante fácil, cada dos por tres hay miembros de UN dando vueltas. Con ellos, un grupo de voluntarios finlandeses, estuve comiendo y escuchando sus relatos sobre lo que esta ocurriendo. Una de las veces me equivoque de carretera y cogi una sin salida que acababa en el nacimiento de un río en el valle. Allí había grupos de niños bañándose y pasándolo bien. Al principio aluciné mirándoles y sacando fotos. Era una charca entre paredes muy verticales y con un árbol enorme en el centro. Los chavales se subían al árbol y a una de las paredes y saltaban al agua. Yo no me atreví a subir mas de un tercio del árbol. Las niñas tienen que bañarse con la ropa puesta, debe ser que resulta indecente ponerse un bañador, pero no se si habrán pensado que con las ropas mojadas, las formas femeninas destacan casi mas. Cada cultura es cada cultura.

Después de un par de fotos y de sopesar la limpieza del agua, decidí bañarme con ellos, y estuvimos haciendo el tonto un par de horas. Con lo buena que estaba el agua y el torre que estaba cayendo fuera, no había quien saliese.

Conducir por la zona tiene el peligro de que nunca sabes donde estas. Tengo un plano, pero no coincide demasiado con la realidad. Ademas, como los carteles no hay quien los entienda la mayoría de las veces, nunca se si pone prohibido adelantar o el nombre del siguiente pueblo. Aunque da igual, porque el caso es tirar pa lante a toque de brújula. Claro, que esto tiene sus defectos. Una de las veces, me salí de la carretera y me metí de lleno en un "chale", como lo llaman en ára-be. Estuvo de puta madre, tome el te con la familia y nos reímos un buen rato.

Una vez perdido el miedo a meterse en casa ajena, tiene sus ventajas. Hoy me ha pasado lo mismo pero me han invitado a comer. Entre otras cosas interesantes, unas bolas hechas de leche, cereales y especias que dejan secar al sol durante diez días. El hermano del de la casa y su mujer van mucho a la montaña, así que el próximo fin de semana, he quedado con ellos para explorar la zona.

Lo que me tenia que haber dicho alguien es que las gasolineras son un bien escaso, porque ayer empece a ver con terror como la aguja empezaba a bajar y yo me encontraba en un valle profundo en una pista sin asfaltar eternamente. Al cabo de un par de horas ocurrió lo que tenia que ocurrir, que el deposito había seguido vaciándose y que el valle continuaba. Por suerte, me cruce con un Mercedes y una familia dentro. Les pregunte por gasolina y me dijeron que quedaba bastante, pero que ellos me seguían por si acaso me quedaba tirado darme de la suya. A mi me remordía la conciencia un poco, pero no pude evitar que efectivamente cambiaran su rumbo hasta llevarme a una gasolinera. Me salve por los pelos. A partir de ahora, llenaré el deposito cuando este a medias.

Hoy me ha tocado al contrario. Me he encontrado un Range Rover que había perdido el tapón del radiador. He metido a toda la familia en mi Mitsubishi Galant y les he llevado a su casa.

Hay una zona rocosa de costa, con agua verde esmeralda, al mas puro estilo mediterráneo. He quedado con un traductor de ára-be neoyorkino que trabaje también para UN, y hemos estado nadando en las rocas. Hemos llenado una botellas de agua dulce, nos hemos dado una ducha improvisada y a seguir el camino.

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