Friday, December 22, 2006

Las montanas


Es el momento de recuperar otra historia de L, aunque tenga mas de un ano de antigüedad. Cuenta como me fui a caminar todo lo largo de las montanas en el norte de L, como descubrí una comunidad de nómadas y como me lleve el queso de la mujer de la foto.

Estando lejos de casa, ocurren cosas que nunca pasarían. Fuimos a pasar este fin de semana al valle de los santos, al Qadisha, en el Norte de L. allí conocí dos montaneros, un parisino y un inglés que pretendían caminar hasta el norte del país, hasta Qobayat. Tenian algunos planos, pero nada de información detallada.

En definitiva, hice mi macuto y me fui con ellos. Eran dos banqueros que trabajan en Hong Kong y que se habían cogido un tiempo libre para vivir la vida y dedicarse a cooperar con ONGs y a preparase para una competición en Hong Kong que les tendría durante 48 horas caminando 100 kms por la montana.

Durante cuatro días hicimos los 100 kms. Cruzamos el Macizo del Qor'net el Sau'da, dormimos a 3000 metros de altura, seguimos al norte cruzando los campos de marihuana y acabamos en Fnai'deq.

Desde hace mucho tiempo no tenia la sensación de solo pensar en mis pies y en las piedras del camino. Durante tres días, la mente poco a poco se va evaporando y finalmente deja de estar presente. Uno no quiere que acabe el camino. Es triste verse en un taxi otra vez, tocando civilización. Con el saco en la mochila, dormir, levantarse, estirarse, caminar, comer, beber, dormir, ... se vuelve una rutina de la que no me gusto nada salir.

Tambien fue importante compartir camino con dos personas que habían dejado su trabajo para dedicarse a ayudar a los demás y a permitir que los mas necesitados se beneficiasen de su experiencia y estudios. Johny es mas vividor y se dedica a la juerga. Antoine es mas solidario y voluntariza en una ONG como administrador.

Al final no hubo perros salvajes como nos temíamos, la comida, bebida y temperatura fueron perfectos y se abrió una gran zona al este de Tri'poli y norte de Qor'net es Sau'da que dio mucho que caminar en los siguientes semanas y meses.

El fin de semana siguiente estuve viajando con Mateo por la misma zona del norte del L. Es una zona muy pobre donde muchos de los habitantes viven en un valle a 2300 metros de altura en jaimas, una especie de tiendas formadas por una gran lona y muchos palos verticales que las mantienen en pie. La gente tiene un acceso muy difícil y muy caro al agua, y los servicios sanitarios, escuelas, medicina y hospitales son inexistentes.

Las condiciones de vida son muy básicas. Sin embargo, esas personas viven con una enorme dignidad. Cuidan de sus cabras y limpian compulsivamente sus jaimas. Malviven económicamente pero lo llevan bien. Sonrien cuando un visitante se acerca. Incluso tienen la sensibilidad de cubrir las bombonas de butano con encajes hechos a mano. Cuando reciben visitantes, sonríen y son tremendamente hospitalarios.

Nada mas acercarnos, nos invitaron a entrar en su jaima, nos dieron café y un cigarrillo enrollado a mano. Tuvimos la oportunidad de compartir patatas cocidas con ellos. Nos sentamos en el suelo y charlamos hasta donde nuestras coincidencias linguisticas nos lo permitieron.Yo me sentia tremendamente deudor, incluso cuando no pude rechazar un queso de cabra y otros regalos. Me parecía mentira que yo no pudiese dar nada a cambio. Esto a mi me hizo sentir infinitamente mal, así que rebusque en mi coche y encontré unos quesitos la vaca que ríe y 200 gramos de jamón York. Que podía yo darles? Que podía yo hacer por ellos? Casi nada.

Esta situación me hizo sentirme tremendamente vivo y motivado para seguir haciendo mi trabajo y viviendo en esta zona del mundo. Ahora creo un poco más en el ser humano.

Ya en Bei de vuelta, me desayunaba una tostada con el magnifico queso de cabra hecho a mano. Era curioso, pero nunca había tenido la sensación de comer queso y pensar que es lo mas delicioso que nunca he probado. Esa textura en mis dientes, ese sabor amargo en mi lengua, ese sonido de rechinar cuando apretaba. El queso nunca había desarrollado sensaciones sublimes en mi.

El queso estaba hecho a mano por Jamila, una de las chicas de la familia nauar que visitamos durante el fin de semana.

Yo me estaba comiendo su queso. Como era esto? Ellos, Mohammed y Jamila, viven sin electricidad y sin aseos sanitarios. Casi no tienen agua y las jaimas de tela no les ayudan mucho cuando a 2300 metros de altura empieza a hacer frío, viento, lluvia, niebla y nieve. Yo me estaba comiendo su queso.

Yo les di casi nada y no pude evitar que ellos me dieran una bolsa negra con varios quesos. Como es posible que yo no sea capaz de darles nada ni hacer nada por ellos? Como es posible que ellos me den mas a mi que yo a ellos? Como es posible que un amigo de España, cuyo nombre no mencionare porque le quiero mucho, no nos de mas que patatas fritas cuando le visitamos en su casa teniendo en cuenta que sus ingresos multiplican los míos y multiplican por 1000 los de estas personas? Por mil, con tres ceros a la derecha del uno.

Por que cuanto mas tenemos, mas nos agarramos a ello? Por que las sociedades mas avanzadas del mundo desarrollan el instinto animal de no compartir nada? Por que las sociedades mas "en desarrollo" o tercermundistas enseñan a su gente hospitalidad de forma que dan a veces lo que no tienen?

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