Wednesday, August 13, 2008

Confianza y respeto

Ayer Mateo no quería comerse el maíz. Mamá se puso furiosa y le castigó sin maíz y a la cama sin cenar, a lo que Mateo reaccionó con una pataleta que no le habíamos visto en años, no por el maíz o por el castigo sino por la prohibición de comer su acostumbrada onza de chocolate negro de postre.

Papá no estaba de acuerdo ni con la acción ni con la reacción, sin embargo, le dijo a Mateo que estaba castigado y que hiciera caso a su madre. Bajo ninguna circunstancia debía intervenir, mordiéndose la lengua si hacía falta. Una hora más tarde los ánimos se habían tranquilizado un poco, papá cogió a Mateo en brazos, le empezó a leer el cuento de los cocodrilos copiones y éste dejó de llorar al mismo tiempo que se quedaba dormido.

Por la mañana todos como una seda. Por esta vez, había imperado el respeto y la confianza ante el caos con final feliz. Imagínate ambos monstruítos en la edad del pavo saltando entre su padre y su madre.

Así de difícil es. Cuando dos personas conviven, se produce una natural convergencia en las actividades y por tanto gustos y preferencias. Se acaba hasta opinando igual. Sin embargo, en momentos específicos, las dos personas a veces tratan de recuperar aquello de sí mismos que estuvo inerte durante años. Hablan diferente, tienen gustos diferentes y acaban por un rato percibiendose mutuamente como autenticos desconocidos. En esos momentos puntuales, la convergencia anterior se ve como una ilusion y como un engaño de los sentidos.

Al fin y al cabo, con niños, hay que tomar decisiones conjuntas; hay que ponerse de acuerdo en la educación y que ellos vean coherencia en el conjunto, o de lo contrario los niños sabrán sacar el partido a la situación y malcriarse. La confianza mútua va a ser indispensable en los próximos 14 años. El respeto se gana con los años y se pierde en un día. En la familia, ojala podamos seguir respetándonos como seres humanos.

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